La noche anterior había sido tranquila. Un sábado sin sobresaltos en el vecindario residencial de Durbin Crossing, al noreste de Florida. Era 8 de mayo de 2021 y la familia Bailey se preparaba para celebrar el Día de la Madre.
En las primeras horas del domingo 9, una cámara de vigilancia captó a Tristyn caminando junto a Aiden Fucci, un compañero de 14 años. Era pasada la una de la madrugada. Dos horas después, otra cámara registró a Fucci corriendo solo, descalzo, por las calles del barrio. Ese mismo día, su familia denunció la desaparición de Tristyn.

La búsqueda se activó de inmediato y terminó cerca de las 6 de la tarde, cuando su cuerpo apareció en un bosque a pocos metros de la casa de los Fucci. Según reseño entonces CNN, el hallazgo generó una gran conmción: la adolescente había recibido 114 puñaladas.
Cuarenta y nueve eran heridas defensivas, en las manos, brazos y cabeza. El médico forense encontró la punta del cuchillo incrustada en su cuero cabelludo, según la crónica del Daily Mail.
En cuestión de horas, los investigadores supieron que Aiden había comentado días antes a sus compañeros su intención de “apuñalar a alguien en el bosque”, como citó CNN. La confirmación final llegó con las pruebas forenses: el ADN de Fucci estaba en el cuerpo de la víctima.
La cronología de la noche comenzó a reconstruirse con precisión. Tristyn y Fucci habían estado en la casa de un amigo. A la medianoche, ella volvió brevemente a su casa y salió otra vez. Luego, ambos caminaron hasta una zona boscosa.
Después de las 3:30 de la mañana, él regresó solo. Más tarde, los fiscales confirmaron que el crimen no fue impulsivo ni accidental: fue planeado. La magnitud del ataque lo demostraba.
El juez R. Lee Smith, quien llevó el caso, describió el episodio como un acto con un “alto nivel de premeditación” y sin ningún motivo aparente, más allá del deseo del acusado de “sentir lo que era matar a alguien”, de acuerdo con los informes citados por Daily Mail.
Durante las semanas posteriores al arresto, Aiden Fucci permaneció detenido. En febrero de 2023, cuando comenzaba el proceso de selección del jurado, se declaró culpable de asesinato en primer grado. Lo hizo de forma inesperada, antes de que comenzara el juicio. La admisión de culpabilidad puso en pausa el proceso penal y dio paso a una audiencia de sentencia.

El caso atrajo la atención pública. El tribunal se llenó de periodistas, cámaras y miembros de la comunidad. La familia de la víctima, devastada, se preparó durante meses para ese momento.
Uno por uno, subieron al estrado. Alexis, la hermana mayor, llevó un frasco transparente y comenzó a colocar en su interior piedras pequeñas. Cada piedra representaba una puñalada. Contó 114.
A cada piedra le acompañó una pregunta: “¿La viste venir? ¿La atacaste por la espalda? ¿Ella gritó? ¿Pidió por mamá? ¿Le viste la cara cuando no pudo respirar más? ¿Escuchaste su sangre borbotear? ¿Te quedaste a mirar cómo moría?”
El padre, Forrest Bailey, tomó la palabra después. “Tristyn, quiero que sepas que estamos muy orgullosos de la persona que fuiste”, dijo, según CNN. La madre, Stacy, confesó que no había tocado la habitación de su hija desde aquel día. “Ni siquiera la ropa sucia en el cesto. No puedo lavarla. Perdería su olor”, explicó ante la corte.
Afirmó que Aiden Fucci estaba “más allá de toda posibilidad de redención”. El hermano, Teegan, de voz temblorosa, expresó su culpa. “Si me hubiera quedado en el sillón. Si me hubiera quedado despierto. A lo mejor mi hermana estaría viva”.
El acusado, por su parte, no habló en la sala. Envió una carta escrita a mano en la que pidió perdón a la familia Bailey, a su propia familia, y a la comunidad. En ningún tramo del texto mencionó directamente a Tristyn. “Sé que mi disculpa no arregla nada ni la va a traer de vuelta, pero espero que ayude de algún modo”, escribió.

También dijo que extrañaba los abrazos de su madre, la comida de su casa y que “cuanto más tiempo pasa en la cárcel, más recuerdos pierde”, según recuperó Independent.
Su abuela, Deborah Spiwak, fue una de las pocas voces que pidió compasión. Le dijo al juez que su corazón no resistiría si no podía volver a verlo. “Moriría sin poder pasar tiempo con él antes de irme”, imploró. El juez la escuchó, pero su decisión ya estaba tomada.
El 24 de marzo de 2023, R. Lee Smith dictó sentencia: cadena perpetua. La pena máxima posible para un menor condenado por homicidio en Florida. Por su edad, no era elegible para la pena de muerte.
El magistrado explicó que, aunque había tomado en cuenta la juventud del acusado, el crimen era “extraordinario” y el pronóstico de rehabilitación, “pobre”. “La víctima murió a manos de alguien en quien confiaba”.
Aiden Fucci tendrá derecho a revisar su sentencia en 25 años.

Según el juez, el caso fue “el más difícil e impactante” que el condado de St. Johns haya enfrentado en toda su historia judicial.
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