San Salvador (EFE).- El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, negó este jueves que el migrante Kilmar Ábrego, deportado ilegalmente a su país por parte de la Administración de Donald Trump, haya sufrido torturas en una megaprisión salvadoreña.
“Pero el hombre no fue torturado, ni perdió peso. De hecho, las fotos muestran que engordó durante su detención. Hay muchas imágenes de diferentes días, incluida su reunión con el senador Van Hollen, quien confirmó que el hombre parecía estar bien”, publicó Bukele en X junto a un video en el que supuestamente se observa a Ábrego en prisión.
El migrante, que se encuentra en Estados Unidos, denunció haber sufrido torturas durante su estancia en la megacárcel del país centroamericano construida para pandilleros, según consta en documentos judiciales revelados este jueves.
“Al parecer, cualquier cosa que afirme un criminal es aceptada como verdad por los principales medios de comunicación y el desmoronado sistema judicial occidental”, señaló Bukele en su publicación en inglés.
Añadió: “Si le habían torturado, privado de sueño y matado de hambre, ¿por qué tiene tan buen aspecto en todas las fotos? ¿Por qué iba a engordar? ¿Por qué no tiene moretones ni ojeras?”.
Bukele cuestiona al sistema judicial
El video divulgado por Bukele posee imágenes del interior de una celda que supuestamente se grabaron entre el 16 de abril y 30 de mayo de 2025, pero que no se asemeja con los pabellones del Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) que se conocen públicamente.
Además, se incluyen fragmentos de supuestas evaluaciones médicas, de su participación en el programa «Cero Ocio», en el que privados de libertad desarrollan diversas actividades, y de su regreso a Estados Unidos.
Ábrego, nacido en El Salvador, denunció que sufrió palizas severas, privación del sueño y desnutrición, entre otras formas de tortura de manos de sus carceleros en el Cecot, detallaron sus abogados en un escrito ante un tribunal de Maryland (EE.UU.).
Esta es la primera vez que Ábrego da detalles de su experiencia en el Cecot, a donde se le envió en marzo pasado junto a un grupo de migrantes venezolanos y salvadoreños aunque contaba con una orden de un juez estadounidense para no deportársele a su país natal.
Según el relato de Ábrego, dado a conocer por sus abogados, se le sometió «a torturas físicas y psicológicas, incluyendo palizas, privación del sueño, hacinamiento extremo, mala alimentación, amenazas y exposición constante a luces brillantes».
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